sábado, 17 de agosto de 2013

MARSHALL Y LA MEJOR JUGADA DE LA HISTORIA DEL AJEDREZ

El ajedrez en sí mismo en un juego apasionante (y cuando se entiende un poquito más aún), pero si además le añadimos la parte “humana” que aportan los grandes jugadores de la historia y las anécdotas que les sucedieron tenemos todos los ingredientes para contar emocionantes episodios y “crear afición”.
Estas “películas” les encantan a los chicos (en realidad, a los adultos también) y es muy recomendable dedicarles un poco de tiempo y entusiasmo de vez en cuando, a la vez que se hace investigar y pensar a los chicos un poquito sobre el personaje en cuestión y “ponerse en su piel”. El campeón del que hablaremos hoy se llamaba Marshall…
Frank James Marshall (1877-1944) nació en Nueva York (Estados Unidos). Aprendió a jugar al ajedrez de la mano de su padre Alfred, con sólo 9 años (pronto para aquellos tiempos).
Su forma de jugar al ajedrez era “directa”, ya que le encantaba el juego combinativo: sacrificios de piezas, ataque al enroque… Llegó a ser famoso por sus “celadas”, ocultas trampas “diabólicas” que ponía a sus rivales y que les desorientaban mucho (la mayoría caía en ellas).
Era un gran jugador de torneos, algunos de los cuales ganó brillantemente (Cambridge Springs de 1904, Nuremberg de 1906 y La Habana de 1913). Llegó a ser campeón de los Estados Unidos (1909-1935), aunque rechazó el título inicialmente porque su principal adversario (Pillsbury) no había podido jugar, ya que estaba enfermo.
Precisamente esta actitud amable y su buen carácter era destacado por quienes jugaban contra él. De hecho, se decía que era el maestro de ajedrez más querido que jamás hubiera nacido en América.
La combinación más famosa de Marshall la encontramos en su partida con Lewitski (Breslau, 1912) que alcanzó la siguiente posición:
Marshall, que lleva las piezas negras, tiene el turno de juego. Su dama está amenazada, al igual que su torre de h3 (aunque en realidad la torre no corre peligro porque habría un jaque doble de ser capturada) y la situación es bastante tensa.
Para  gran sorpresa de los presentes, con su siguiente jugada Marshall situará su dama a tiro de dos peones contrarios y de la dama blanca, ¡algo nunca visto (o pocas veces)! Y, de forma sorprendente, como él mismo escribió:“los espectadores quedaron tan asombrados por ese movimiento que comenzaron a echarme monedas de oro”. Sí, eran otros tiempos… :)
¿Cuál fue la jugada de Marshall? Cogió su mano y desplazó la dama… a la casilla g3!!
A esta jugada a veces se la nombra como “la mejor jugada de la historia del ajedrez”. Algo que no deja de ser subjetivo, ¡pero, desde luego, el movimiento es muy espectacular! La posición blanca ya no tiene salvación, se capture la dama con un peón o con la dama blanca.

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