¿DEDICARSE AL AJEDREZ?
Uno de los dilemas que enfrentan los jugadores de ajedrez, en algún momento en sus vidas, es tomar la decisión de dedicarse profesionalmente al juego ciencia o bien, abandonar de alguna manera esta inquietud y buscar caminos más usuales como el estudiar una carrera profesional, por ejemplo. La realidad es que dedicarse profesionalmente al ajedrez requiere de un sesudo análisis.
Para empezar, hay que considerar algunas cuestiones, por ejemplo, si se trata de un joven con mucho interés, en donde se ve que le apasiona el ajedrez, pues es un punto a tomar en consideración. Sin embargo, eso no significa que el ajedrecista vaya a tener éxito en el difícil mundo de los torneos solamente porque le gusta mucho este juego. No. Se requiere de ver si de verdad tiene posibilidades de destacar. ¿Cómo saberlo? Haciendo que juegue torneos de primera categoría y que vaya viendo su desempeño. Vale la pena ver cómo enfrenta las derrotas y si finalmente esto es un acicate para trabajar más o lo desmoraliza y lo hace quizás abandonar incluso los torneos, buscando mejores resultados para otra ocasión.
Ser un gran maestro, o un maestro internacional, requiere de mucho trabajo en casa, de analizar muchas horas por día, de estudiar constantemente las partidas de los grandes jugadores. No se puede llegar a destacar si no se pone un esfuerzo deliberado y decidido para mejorar en ajedrez. Aún así, esto tampoco es garantía de nada. Se requiere también de una pasión desbordada, de motivación, de “hambre de ajedrez”, porque si esto no existe, entonces el potencial prospecto para dedicarse profesionalmente a este arte debería de olvidarse y hacer que se dedique a otras cuestiones.
Pongamos un caso hipotético a modo de ejemplo. Supongamos que tenemos a un muchacho recién salido de la preparatoria, con unos 18 años, que lleva quizás 5 o 6 años ya jugando y que es de los “juveniles” más fuertes del país. ¿Debe entonces olvidarse de una carrera universitaria y dedicar sus esfuerzos al ajedrez? Probablemente no pueda saberse con certeza, pero… ¿qué tal darle y darse la oportunidad -si así lo desea el joven- de intentar dos años, hasta tres quizás, este camino. Un jugador talentoso podría probablemente en tres años mostrar si tiene las facultades necesarias para dedicarse a dar jaques en el tablero escaqueado como modus vivendi. Si en esos tres años el prospecto encuentra que no obtiene los resultados adecuados, que no gana los torneos que debiese ganar, que no lucha por los premios en los torneos importantes en el país, quizás sea conveniente entonces regresar a estudiar en la Universidad. Salir con un título con 25 o 26 años de edad tampoco es algo que deba considerarse malo. Lo importante es que el ajedrecista lo intentó y si falló, pues puede regresar a buscar alguna actividad menos azarosa como es el vivir de los torneos de ajedrez.
Cabe decir que el juego ciencia, que tanto nos apasiona -estoy convencido- vale dedicarle la vida. Contaba el GM Kotov en su libro “Piense como un Gran Maestro” la siguiente anécdota: Un director de orquesta le preguntó a un gran maestro “¿tiene usted alguna profesión?”, a lo que el gran maestro replicó: ¿”la tiene usted?”. El director se dio cuenta de su poca sensibilidad y se disculpó. Botvinnik, el patriarca del ajedrez soviético decía: “tenemos violinistas profesionales… ¿por qué no podemos tener ajedrecistas profesionales?” y ojo, Botvinnik era ingeniero electrónico.
Yo creo que lo más complicado, al tomar la decisión de vivir del ajedrez, es mantener el deseo de jugar, la motivación, porque sin eso, la empresa es inútil. Y la pregunta es: ¿Puede un jugador mantener esa motivación por cuánto tiempo? Un amigo español, por ejemplo, me contaba que su sueño era ser gran maestro y me preguntaba si creía yo que pudiese lograrlo en unos 10 años. Le dije que probablemente la meta de gran maestro es asequible, sin importar demasiado la edad, aunque tener más años hace la labor más compleja porque cuando uno tiene pocos años, muchas veces no tiene que preocuparse por un trabajo y las obligaciones que como adulto de pronto llegan. Pero que el punto que me preocupaba más es: ¿Puedes mantener esta motivación que tienes ahora? Mi amigo trabaja muchas horas en ajedrez y probablemente en un par de años logre ser maestro internacional o un fuerte maestro FIDE. De ahí a ser gran maestro, probablemente requerirá jugar muchos torneos, viajar, costearse muchos viajes y trabajar más arduamente. Si en unos diez años, quizás menos, se puede mantener viva la llama de la motivación por la competencia ajedrecística, probablemente el resultado sea que logre su sueño.
Pero aún así, creo que el ajedrecista debe ser quien sopese sus propias posibilidades. Es una decisión complicada y en este mundo real muchas veces el ser “ajedrecista” no parece ser compatible con lo que la gente piensa que la gente tiene que hacer de sus vidas. Y más allá de lo que puedan decir los demás, es cada quien, personalmente, quien debe hacer un análisis para tomar la decisión. Y como mencioné antes: quizás se puede probar y ver qué pasa. Siempre, en el peor de los casos, se puede dar una vuelta de timón y dedicarse a otra cosa.
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