PSICOLOGÍA Y AJEDREZ
Jugar al ajedrez podría estar
alargando tu vida
¿Es posible que jugar al ajedrez te esté ayudando a desarrollar una mejor calidad de vida e incluso a convertirte en una persona más longeva? La ciencia cada día está más cerca de confirmarlo…
Hace un tiempo publicaba un artículo dirigido a personas con más de 50 años donde trataba el asunto de si es posible o no mejorar al ajedrez a partir de dicha edad. Puedes leerlo aquí. En dicho artículo, no sólo afirmaba que sí es posible mejorar, sino que, además, jugar al ajedrez era una actividad útil para prevenir el deterioro cognitivo.
Junto a dichas ventajas se suman las que trataré de explicar hoy, a las que deberíamos añadir otras como que el ajedrez te ayuda a mejorar tu inteligencia emocional.
En el artículo de hoy me propongo seguir profundizando en esta cuestión, y abordar una vertiente cada vez más en auge, de las funciones del ajedrez como herramienta integradora social y de mejora de la salud.
El cuerpo humano está diseñado para una continua adaptación al entorno. Si lo ejercitamos en el gimnasio o salimos a correr, nuestra capacidad aeróbica, resistencia muscular y fuerza se irán incrementando como consecuencia de adaptaciones a estos nuevos estímulos.
Y, al mismo tiempo, el cuerpo procura desprenderse o dejar en un segundo lugar aquello que no usa, lo que no necesita.
Es por esto, que cuando deportistas profesionales abandonan la élite deportiva, empiezan a perder de manera rápida las ganancias y mejoras que les proporcionaron años de esfuerzo.
El cerebro humano también tiene la capacidad de ir perdiendo conexiones si no lo ejercitamos. De hecho, a medida que nuestra edad avanza y vamos consolidando nuestras rutinas y formas de actuar, vamos sellando determinadas formas de hacer, producto de la repetición en serie de patrones durante años.
Esta creación de hábitos, permite un cierto grado de eficiencia ya que “no necesitamos pensar”, las cosas suceden automáticamente pero, por contra, nuestro cerebro pierde plasticidad por la ausencia de cambios. Además, como las rutinas son sinónimo de comodidad y la familiaridad produce menos estrés que la novedad, tendemos a preferir situaciones sin cambios.
Esta es una cuestión que trato más ampliamente en El Método Zugzwang, cuando explico aquellas prácticas que hacen que nuestro nivel de juego no se incremente y el porqué esto es así. De hecho, si tú mismo analizas tu juego de manera crítica, con independencia de la calidad de tus partidas, observarás que reproduces o sientes una predisposición especial hacia determinados tipos de estructuras, aperturas o posiciones.
Y, si no hacemos nada por cambiarlo, es difícil que interpretemo suna posición de manera diferente a como lo hemos hecho con anterioridad.
Tu cerebro puede seguir aprendiendo y cambiando todos los días de tu vida. Eso se conoce como neuroplasticidad, y la buena noticia es que es el único órgano del cuerpo que no se gasta con el uso. Estanislao Bachrach
Para que aparezcan conexiones nuevas entre neuronas ya existentes o que, directamente, creemos neuronas nuevas, debemos exponernos a conciencia a la posibilidad de cambiar.
El paso del tiempo acaba convirtiendo actividades que desarrollábamos en la juventud con relativa facilidad, en otras más complejas pese a que objetivamente su dificultad intrínseca se ha mantenido invariable.
Es por esto que la mejora a través del ejercicio mental que produce el ajedrez, también influye directamente en el estado de ánimo, en nuestra parte emocional, que tanto parece repercutir en nuestra longevidad.
Sostengo que el ajedrez puede mejorar la conciencia de nosotros mismos y que, este elemento, puede repercutir positivamente en nuestra calidad de vida.
Si a estas consideración añadimos que el ajedrez nos proporciona un marco en el tablero y fuera de él (desde el punto de vista social) que es parcialmente impredecible, estaremos fomentando nuestro desarrollo cognitivo y nuestro autoconcepto.
Los científicos también han encontrado que el daño relacionado con la edad al ADN y a las proteínas a menudo es reversible, y no causa problemas hasta que el daño evoca una respuesta de estrés.
Esto sugiere que la respuesta de estrés, en lugar de la propia del daño, es parcialmente responsable de deterioro relacionado con la edad.
Algunos biólogos afirman por medio de diversos estudios con grupos de animales, que existe una relación causa-efecto directa entre la resistencia al estrés y la longevidad.
Además, algunos investigadores están estudiando la relación entre el estrés psicológico y el envejecimiento. En un estudio, las madres de los niños enfermos crónicos tenían telómeros más cortos, en relación con otras mujeres.
En otra investigación, se encontró que los cuidadores de personas con enfermedad de Alzheimer tenían también telómeros acortados. Estos resultados podrían sugerir que el estrés emocional o psicológico podría afectar el proceso de envejecimiento.
La gente que es curiosa, tiene interés por las cosas, viaja, juega al ajedrez o, mejor aún, realiza una combinación de todas las actividades anteriores, entra en procesos de deterioro mental más lentos que aquellas personas que no lo son.
El cambio y la actividad mental en nuestras vidas, influye directamente en el oxígeno que reciben nuestras neuronas y en su longevidad.
No obstante, y por otra parte, todavía es pronto para proclamar que el ajedrez puede curar, aunque existen iniciativas muy ilusionantes como la de los investigadores Pérez Mediavilla y García-Osta, que afirman que: “Los resultados de estudios epidemiológicos que analizan la asociación entre la posibilidad de desarrollar una demencia tipo Enfermedad de Alzheimer y los hábitos de vida nos enseñan que, la participación frecuente en actividades que estimulan nuestro cerebro está asociada a un menor riesgo a manifestar los síntomas.”
FUENTE: www.thezugzwangblog.com
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