viernes, 26 de diciembre de 2014


LAS 50 PERSONAS

QUE NOS INSPIRARON EN

2014

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Alan Pichot por Oscar Panno

          UN GUERRERO
           DEL TABLERO

ALAN PICHOT


CON 16 AÑOS YA ES CAMPEÓN MUNDIAL Y TODA UNA PROMESA DEL AJEDREZ NACIONAL,AUNQUE TODAVÍA TIENE QUE DECIDIR SI SE DEDICA POR COMPLETO A LA DISCIPLINA


Foto de Rodrigo Néspolo
Suele suceder. Es más fácil conocer a alguien, entenderlo y tener una idea acabada de quién es a través de sus actos, sus gestos. Casi siempre las actitudes son más elocuentes y descriptivas que las palabras. Con Alan Pichot pasó eso. Hurgar en su mente, descifrar sus sensaciones, acaso no sea tan revelador como repasar un relato, adentrarse en alguna experiencia.

En 2008, Alan Pichot disputó la final del campeonato argentino Sub 10. Fue en Gualeguaychú. Su gran rival era el salteño Pablo Acosta. Los duelos entre ambos venían de la categoría Sub 8. En ese torneo perdió con Acosta en las primeras ruedas, pero llegó a la última jornada en el primer puesto. Tenía medio punto de ventaja. “Viste, Alan, lo que son las vueltas de la vida. Perdiste con Pablito y ahora, si ganás, vas a ser campeón argentino”, le dijo su mamá,
Mariela. El chico, sin pestañar, le respondió: “No, mamá. No puedo ser campeón habiendo perdido con Pablo. Hoy no voy a ganar; voy a hacer tablas, así vamos a un desempate los dos”. La firmeza contradictoria que asomó desde su pequeño físico fue sorprendente. La incredulidad domino la escena.

Los ruegos de su madre y de su abuela –psicóloga– no le modificaron el pensamiento. Aunque a esa edad los chicos no están preparados para acordar empates, Alan jugó tan mal que logró la igualdad de manera milagrosa. Y como Acosta también ganó su partida, ambos, Alan y Pablo, finalizaron primeros. Entonces, tuvieron que jugar un desempate. Alan no falló; dio pelea: venció a su archirrival y se consagró campeón argentino Sub 10. Así lo había planificado. Así se dio.

Así es Alan Pichot. Un peleador del tablero. Eso es lo que me inspira al verlo jugar. Participar en un Mundial, como el que conquistó este año en Sudáfrica, y no empatar ninguna de las once partidas que disputó, ganar nueve y perder dos, es toda una señal.

Inconfundible. Juega a todo o nada. Si se desmenuza su estilo, lo que se advierte es que sobresale la fuerza de su talento. Ese talento, unido a su gran confianza y entusiasmo, lo proyectan como lo que es: un candidato constante a alcanzar el éxito. Y lograrlo.

El análisis de su actuación en el Mundial de Sudáfrica 2014 deja una conclusión incontrastable, más allá de la ratificación de sus potencialidades. Con casos testigos como los de Alan, la base del ajedrez argentine está bien conceptuada y valorada. Eso sucedía en la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), donde el juego daba lugar al surgimiento de grandes figuras. Aquí no tenemos aquel ajedrez de elite, es cierto. Pero sí un importante trabajo en la base. Si contamos todos los títulos mundiales, individuales y por equipos conseguidos por nuestros representantes, no es una exageración considerar a la Argentina como uno de los mejores países del mundo en la proporción logros/población.

Alan Pichot certifica ese concepto. Lo apuntala con la garra de un guerrero del tablero. Es una promesa verdadera. A menudo lo difícil es materializar esas condiciones y responder los interrogantes. Su edad es incierta todavía como para planificar y decidir si está para dedicarse completamente al ajedrez o debe relegarlo momentáneamente por los estudios. Deberá elegir si prioriza la escuela o el ajedrez, si planifica un viaje al exterior para jugar algunos torneos o tiene el coraje de radicarse en Europa.

Nada de todo esto tiene respuestas directas; ni yo le daría un consejo, pese a la experiencia de mis años. En mi mejor momento como jugador, fui uno de los que relegó el ajedrez por los estudios para recibirme de ingeniero. Sin embargo, después padecí casi diez años sin trabajo y reinsertarme en la alta competencia fue casi imposible.

Esto seguramente será un tema que analizará toda su familia. Deberán tomar una decisión: si Alan se dedica o no de manera profesional al ajedrez. Esa es la cuestión. Hoy es lo que está a la vista: un pequeño gigante, peleador del tablero. Es argentino, y es campeón mundial.

Es una promesa verdadera. Lo difícil es materializer esas condiciones y responder los interrogantes. Su edad es incierta todavía para planificar y decidir si está para dedicarse completamente al ajedrez o relegarlo momentáneamente por los estudios.

FUENTE: http://anuario.lanacion.com.ar/index.php?id=102&grid=grid6

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